diciembre 03, 2012

      Está bueno arrancar de cero. Sacar todos esos recuerdos feos y dolorosos de una puta vez afuera, aunque también elimine los buenos y reconfortantes. Es el precio, el sacrificio, para poder seguir adelante con algo que quizás termine siendo mejor. O quizás termine siendo peor, uno nunca va a saber.
      Pero si no se hace, uno probablemente esté perdiendo eso que pueda llegar a darle la felicidad que necesita, y que no encuentra en otro lado. Quizás no la encuentre porque no está; quizás esté ahí pero uno no la aprecia, y si no es aprecidada no es felicidad. Hay que sentirla y apreciarla para que lo sea, de manera instantánea. Y no dejarla perder.
      Yo ya no sé cuando eso va a suceder, y aun así sigo chocando contra las mismas paredes desde hace años, y es momento de dejar de hacerlo. Porque es una pared que dejó de ser acolchonada, es una pared que ahora está llena de clavos, espinas y que solo causa el terrible sentimiento de saber que todo no volverá a ser lo que era al principio.
      Entonces aquí me encuentro, devorándome temporadas de series, en mi cama, fumando puchos y viendo como pasa la vida. Pero no estoy mal. Porque sé que arranqué de cero. Que lo superé. Que ya no me ata. Y que lo mejor definitivamente está por venir.